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Los Parcel de Terrazas, cada vez más arriba (en altura y expresividad)


Terrazas de los Andes Parcel El Espinillo N° 1 Malbec 2017
Terrazas de los Andes Parcel El Espinillo N° 1 Malbec 2017

Nada menos que a 1630 metros sobre el nivel del mar, allí crecen las vides que dan lugar al nuevo exponente de la línea top de Terrazas de los Andes -Parcel-, haciendo de El Espinillo (nombre que toma el vino) la finca productiva más alta de todo el Valle de Uco (Mendoza). De la parcela 1E nace este delicado y expresivo Malbec que señala, además, la dirección que ha tomado la bodega, la de construir vinos tranquilos cada vez más transparentes al terruño y despojados de la parafernalia aromática/gustativa de la crianza en barricas. Crianza hay, pero no dirigida a sumar aromas sino a potenciar la estructura y el potencial de guarda.

En ese sentido, sostiene Gonzalo Carrasco, enólogo de Terrazas de los Andes, la cosecha 2017 es bisagra. “Se caracteriza por un bajo volumen, pero de una calidad excepcional. Los fríos de las últimas dos primaveras se combinaron y se tradujeron en racimos de bajo peso, pero la concentración y la calidad general de las uvas han sido excepcionales como consecuencia del excelente estado sanitario, del buen clima en la época de madurez y de la menor cantidad de uva por planta”.

Su precio de venta sugerido es de $7000

Terrazas de los Andes Parcel El Espinillo N° 1 Malbec 2017 llega a las vinotecas precedido por su fama: 99 puntos otorgados por James Suckling y 95 por Tim Atkin. Los que tienen el TOC de leer las contraetiquetas antes de descorchar se sorprenderán por la graduación alcohólica de este Malbec: 12,8%, algo no usual en vinos tintos argentinos de tan alta gama. Ese dato no es menor, ya que es un elemento que construye este vino que se destaca por su delicadeza y verticalidad: es un como hilo delgado que atraviesa el paladar, de poco peso pero mucha expresividad.


Aromas a frutas negras (grosellas), combinados con notas florales, herbales y bastante tomillo, en boca es suave, aterciopelado, destacándose aquí el sabor a fruta roja (cereza). Taninos finos, acidez alta pero amable, las notas aportadas por la crianza son prácticamente imperceptibles. Es un vino para comidas de sabores medidos (carnes, pastas, ensaladas), que no tapen las sutilezas de este vino. Su gran potencial de guarda es indudable.